miércoles, 9 de diciembre de 2015

No necesito

NO NECESITO

Tienes razón.

No necesito
fumar,
ni beber.
No necesito
perderme entre interrogaciones
que despejan solo más dudas.

No me hace falta
el mar,
ni París,
ni saber como otros
echan de menos
a mujeres que no conozco.

No necesito
que llueva para encharcarme
ni que agosto
desafine la canción de septiembre
para entender la música
en clave de grises.

No preciso
abrir la ventana
para respirar
ni sumergirme entre fantasmas
para ahogarme.

Tienes razón.

Es todo mentira:
los zapatos,
las columnas,
el 3-D.
Las madrugadas en las que me doy tregua
y no te busco.
La ceguera del que no mira donde yo veo,
la vacuna que supone una caricia.

Es todo
violentamente verídico:
las excusas,
los juicios,
las tuberías,
los puentes
que conectan dos orillas.
La literatura
encerrando sentimientos caducados.

Tienes razón.

No necesito nada.
No necesito necesitarte,
ni sexo,
ni amor,
ni drogas.

Ni besos,
ni piel,
ni labios,
ni dedos,
ni humo,
ni prisa,
ni a mí mismo
me necesito.

No necesito,
no necesito,
no necesito,
pero
quiero,
quiero,
quiero.

Quiero ser humano,
quiero ser desagüe
para achicar vertederos,
quiero todo
lo que puedas darme
sin que te lo pida.

Quiero no necesitar
lo que utilizo
para vivir.

V.

jueves, 7 de mayo de 2015

Crecer

Crecer es ir haciéndose de piedra,
que los huesos alcancen su longitud máxima,
que los brazos tengan exacta la medida
para no alcanzar ciertas cosas.

Crecer es arrastrar los cadáveres
de que los fuiste
y de los que ya nunca serás.

Rostros desdibujados en la memoria,
memoria que siempre olvida
la voz de las bocas que ya no te acompañan.
Saber que la pieza de puzzle
tiene demasiados recovecos
para llenarlos todos.

Asumir el vacío.

Crecer es tener en los ojos un lugar para la niebla.
Aguantar el peso descalibrado de ser adulto.
Recordar la infancia como una pompa de jabón
breve
      ligera
           y frágil.

Crecer es aceptar que todos tenemos una muerte
que no está fuera
que está cerca,
dentro,
y que gana terreno en cada paso.

Crecer es entender que hay que seguir respirando
por mucho que algunos poemas
quieran tener

forma de pistola.

viernes, 13 de marzo de 2015

Silencio

Tenemos una palabra para decir todo lo que se puede decir con palabras, en ella cabe cualquier cosa, hasta la ausencia de palabras. Se trata de la palabra *Silencio*. 

Lo que le da la capacidad al silencio de llenarse de cualquier cosa es que el silencio no existe.

En el único lugar en el que es posible acercarse al "silencio" es una cámara aneconica, pero incluso en esta es imposible obtenerlo pues el sistema nervioso y la circulación de la sangre tocan sin cesar la sonata del existir. Esto inspiró a John Cage a escribir una obra musical llamada 4' 33'' en la que no se escucha ni una nota. En el estreno el compositor dijo: "Los que pensaron que era silencio, no sabían como escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales. Podías oír el viento golpeando fuera durante el primer movimiento. Durante el segundo, gotas de lluvia comenzaron a golpetear sobre el techo, y durante el tercero la propia gente hacía todo tipo de sonidos interesantes a medida que hablaban o salían."

Estamos diseñados para no dejar de oír. Por esta razón en lo que llamamos silencio cabe el respeto a alguien caído, cabe un ruego a la concentración, cabe la ausencia, el enfado, cabe la imaginación, cabe la represión, cabe la complicidad... En definitiva cabe todo lo que puede caber en los sentidos.

Es una pena que no pueda escribirse algo que sea justo con la belleza de un silencio bien expresado, porque un silencio bien expresado no tiene necesidad de esdrújulas para estar lleno de verdad, de perfección estética, de significado. La mirada es la forma más pura de comunicación y utiliza esto que llamamos silencio como vehículo de transmisión, por algo será.

El silencio como tal no existe, por lo tanto no conoce límites. El simple hecho de pretender definir sus posibilidades es acotarlo, meterlo en una jaula en la que no cabe, abrir una minúscula rendija para intentar entender el infinito.

La palabra silencio es un baile de disfraces, en el que la misma cosa puede utilizar cien máscaras.

La palabra silencio es al final un poema que no necesita nada más. Por eso diré *Silencio* y espero que todos ustedes entiendan.
Víctor Baeza.

viernes, 6 de febrero de 2015

HUMO



Absorbo negrura del cigarrillo,
con avidez,
en un intento desesperado
de llenar el vacío.

Me desdibujo
con las formas deformadas del humo,
voluta de tristeza dócil
que abraza el aire.

El calefactor se activa
llevándose todo con su flujo caliente.
Todo, menos el cenicero que permanece
como un cementerio de pretéritos.

El tiempo no se apiada
del cigarrillo y lo consume
convirtiéndolo en un puente
de ceniza,
hacia ninguna parte.

Aplasto la inservible colilla
que antes besaba mi boca.
Con los dedos aún sujetando
su cuerpo inerte
me da por sonreír
al entender
que el mundo cabe
(de sobra)
en una metáfora
tan pequeña.

V.


martes, 23 de diciembre de 2014

A esta hora

A esta hora los muertos están solos
igual que siempre
y las farolas luchan,
con sus armas ligeras,
por cuatro adoquines iluminados
para nadie.
A esta hora
los peores cementerios
son los de recuerdos
y la memoria es un cuchillo
con el que me apuñalo
a mí mismo.
A esta hora soy un cadáver
mudándose de frío
en un poema que sangra.
V.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Te busco

Te estoy buscando,
ellos dicen que te espere
pero yo te busco.

Te busco
incansablemente.

Te busco
con el reloj
que no para de correr
y me fatiga.

Te busco
con los ojos,
con las manos,
con las uñas,
a mordiscos.

Te busco
en el baño,
en las máscaras de cristal
que me brotan del espejo.

Te busco
bajando escaleras,
subiendo en ascensores.

Te busco
aunque no vayas a estar
en el bar donde te escribo.

Te busco en el insomnio
cuando no puedo dormir
por buscarte.

Te busco
y no te encuentro.

Te busco
aunque también te espero.

Te busco
y no lo entienden.

Te busco.

Aparece.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Nueve lágrimas.

Si tuviera que definirme diría:
Soy nueve lágrimas contenidas por un cajón roto.

Si tuviera que hablar de mí (qué voy a saber yo de mí) diría:
nueve, novecientas, nueve mil tazas de océano tengo en las manos
y me quedaría corto con mis sueños, y sería señalado por la calle:
mira, un astronauta disfrazado de poeta.

Si tuviera que subrayar algo mío diría:
Tengo el interior lleno de escombros
por demoler constantemente la realidad que me dan hecha.
Y se reiría de mí el cielo desde sus costuras
y los ciclos se reirían de mis ladrillos
pero los pájaros heridos por el cambio
harían nido en mis hormigoneras.

Si tuviera que responder a la pregunta.
A vuestra pregunta.
diría:
Estoy atrapado en el atardecer de un día que ya no existe.

Me lastran los muros de plomo que os han metido en los ojos

No tengo miedo a que la linde se acabe.

Estoy trabajando en una urna que pueda contener la existencia.